jueves, 14 de mayo de 2020

Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor 2020

En esta cuarentena no nos quedamos atrás y desde casa, quienes conformamos la de la Red Literaria del Sureste México - Nuestra América y amigos escritores, compartimos las siguientes palabras y actividades en el marco de la celebración del 

Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor 2020


Jorge Luis Canché Escamilla

Miguel Ángel Núñez May

Juan Manuel de A. Medina López

Carmen Espinosa Alvarado


Luz María Vázquez


Gabriela Pérez


Guadalupe Gerónimo Salaya


Diamantina Ovárica (Colectivo Atorrantes Escritores MX)


Ale Cetina & Iss Crisxa


Cristóbal Léon Campos


Juan Manuel de A. Medina López


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lunes, 11 de mayo de 2020

Crisis de humanidad Los retos del porvenir frente a la pandemia


Les dejamos el siguiente artículo de nuestro compañero Cristóbal León Campos, publicado en la Revista de la Universidad de México de la UNAM:


Especial: Diario de la pandemia / SUPLEMENTO / Abril de 2020
Vivimos tiempos excepcionales, la pandemia del coronavirus nos llegado como un golpe de conciencia que advierte y amenaza a la vez, el reto para la humanidad consiste en reconocer de manera crítica todas aquellas acciones que nos han conducido a la situación que ahora vivimos; un confinamiento global en la era de mayor comunicación posible debido a los avances de la tecnología, es decir, una completa ironía, pues cuando más fácil nos resulta o resultaría poder entablar diálogos con personas que habitan en los confines más distantes según la geografía de cada quien, es precisamente el momento en el cual no podemos o no debemos por salud, mantener contacto físico con nuestros seres queridos, amigos, familiares, compañeros de trabajo y demás seres humanos que son parte de la cotidianeidad, estamos recluidos en el contorno de un sistema que nos apresa por su propia naturaleza.
La crisis de humanidad, que afrontamos desde tiempo atrás, ahora tiene con la aparición de nuevas pandemias (recuérdese a la influenza) un gran reto en pleno siglo XXI, época que, dicho de paso, fue ideada y soñada como aquella en que la humanidad habría superado muchos de los lastres que aún continuamos sufriendo, en la literatura como en textos científicos hay testimonios de lo anterior, visiones futuristas alcanzaron a señalar el desarrollo tecnológico, pero también supusieron el malestar de nuestros pueblos por acciones equívocas o contrarias para el bienestar. Hoy vivimos como espejo algunas de esas advertencias que no escuchamos, lo sorprendente que resultan muchos de los inventos más novedosos de la ciencia y la tecnología quedan inservibles ante la mutación de un virus, mutación que además en muchos casos que registra la historia ocurre por la manipulación de seres humanos. La ponderación de lo que se ha llamado “progreso” y equiparado con bienestar fracasó innegablemente, pero hasta la fecha gobiernos y políticas capitalistas se empeñan en la terquedad buscando que la ecuación funcione. La realidad es que la humanidad se ha llevado al borde de sí misma por la depredación de la naturaleza, la desarticulación de la seguridad social (salud, trabajo, hogar) y el deseo de acumulación a que conduce la avaricia inscrita en el ADN del propio sistema. La pandemia mayor es la vorágine capitalista desde hace siglos.
Revertir el daño que se ha causado al medio ambiente y a la humanidad en general no consiste únicamente en seguir al pie de la letra las indicaciones que ahora asumimos y acatamos por salud social para el combate de la pandemia del coronavirus, requerimos replantear desde la raíz la forma de relacionarnos como seres humanos con nuestro entorno natural, y no hacerlo desde la profundidad de las entrañas del propio sistema que nos rige. Dicho de otra manera, hay que desgranar cada uno de los elementos sistémicos que nos han llevado a esta situación, cuestionarlo todo para poder ir rearmando el rompecabezas social desde una estructura basada en una lógica diametralmente opuesta al capitalismo que ahora nos oprime y nos enclaustra. Estos tiempos por demás complejos, en los que se nos exilia entre las paredes desquebrajadas del propio mundo en que vivimos, deben servirnos para poner en marcha la conciencia como herramienta emancipadora, como crítica de la razón y la sinrazón que enfrentamos. La crisis humanitaria pone en peligro la existencia de nuestra especie y a las demás especies, al planeta mismo, nuestro llamado hogar, al cual nos encontramos confinados sin escapatoria. Si esto es verdad, entonces ¿por qué nos empeñamos en destruir nuestro entorno e incrementar el daño social-económico que pesa sobre millones de seres humanos?
Se ha pretendido convertir la vida en una mercancía, se le fijan valores de cambio y de uso que la despojan de su esencia original, una esencia que no es cuantificable en términos mercantiles, pero que el sistema comercializa al instante en que se le condona su continuidad mediante el consumo de otras mercancías, haciendo con intención declarada una ecuación deshumanizante que amenaza la existencia misma del ser humano.
Por eso una de las primeras cuestiones que resaltaron en la escena mundial al declararse la pandemia por la propagación masiva del coronavirus fue la endeble situación de la existencia de millones de seres humanos a lo largo del mundo, debida a que las condiciones económicas de empobrecimiento, explotación y marginación se incrementaron con los años. La desarticulación de derechos sociales, como la salud y el trabajo, manifiesta su repercusión agudizada con los efectos la pandemia que ahora sobrellevamos.
Otro de los efectos secundarios de la pandemia del coronavirus, potencializado por los medios de comunicación y los centros del poder “hegemónico”, es la discriminación del saber y la información difundida. Se habla hasta el cansancio de la crisis que se vive en países europeos o en los Estados Unidos, nación que ya encabeza la lista de contagios en el mundo, ¿pero qué pasa en continentes como África, el resto de Asia y Oceanía? Y, en el caso de América Latina, ¿cuál es la situación que se vive en las naciones caribeñas y centroamericanas de las que no se habla? El constante silencio sobre realidades diferentes a las que marca el canon occidental denota la continua colonialidad del saber que en pleno siglo XXI se muestra como herramienta de discriminación y segregación, tal y como fuera usada originalmente durante los años del establecimiento de los dominios coloniales.
En este contexto de utilización del saber, piénsese en los conocimientos diametralmente opuestos al occidentalismo como son la diversidad de saberes emanados de las culturas originarias de nuestra América, al igual que de las culturas milenarias del resto del mundo; por ejemplo, la gran riqueza cultural de los pueblos asiáticos y africanos, que podrían dar luz para enfrentar el flagelo que significa la actual pandemia que afrontamos. La marginación que provoca el eurocentrismo de otro tipo de conocimientos surgidos de formas distintas de relacionarse entre humanos y con la naturaleza podría ser el camino de luz que ahora necesitamos. No se trata aquí de desprestigiar la ciencia ni sus aportes, pero sí se trata de reconocer que el desarrollo científico desapegado de los principios humanistas ha olvidado y/o sometido las aportaciones que darían el ejercicio de escuchar con humildad la experiencia milenaria de sobrevivencia. Además, la ciencia usada como parte del “desarrollo civilizador”, también ha sido partícipe de procesos contrarios al bienestar de la humanidad.
El panorama es muy complejo, el futuro de la humanidad peligra por las políticas capitalistas e imperialistas que en este contexto han quedado evidenciadas nuevamente por su inhumanidad. El reto inmediato es garantizar las vidas de todos y todas, las luchas necesarias y venideras están en el marco del respeto y aplicación de los derechos laborales, la organización es indispensable para la planeación de políticas socialistas que beneficien a la humanidad y contribuyan a erradicar la pandemia mayor que por siglos ha oprimido y explotado a lo largo de todo el orbe. Hagamos de estos tiempos de confinamiento tiempos reflexivos que nos permitan volver al sueño original de un mundo mejor. Poner fin al ya degrado sistema capitalista es y será un acto real de amor y conciencia en favor del porvenir de la humanidad.

Cristóbal León Campos es historiador por la Universidad Autónoma de Yucatán, editor de Disyuntivas. Cuaderno de Pensamiento y Cultura y autor de En voz íntima. Coordinador de la Cátedra Libre de Pensamiento Latinoamericano “Ernesto Che Guevara”. Integrante fundador de la Red Literaria del Sureste México-Nuestra América.

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Noches de parque, un guiño al interior del alma de Miguel Ángel Núñez May


Compartimos el siguiente artículo de nuestro compañero Miguel Ángel Núñez May

Noches de parque, un guiño al interior del alma

Publicado el 05 de abril de 2020 en la Revista Rainbow

El ser humano por naturaleza resulta diverso en el más amplio sentido, tal parece que entramos en un juego de máscaras que nos permite esconder nuestra verdadera esencia, a veces tan vulnerable que en cualquier momento puede ser blanco perfecto de escarnios sociales.
El arte es una de las formas más útiles para dar a conocer los más íntimos secretos y necesidades del ser humano. Ya sea a través de una pintura, una canción, incluso ciertos dibujos en los cuales imprimimos nuestras emociones, secretos, deseos. La literatura es quizás uno de los recursos más utilizados para transmitir esta vorágine de emociones, a través de cuentos, poemas o incluso de obras dramáticas.
El teatro es una de las formas de arte más completa, en la cual los artistas ponen de manifiesto una gran disciplina que llega a englobar otras áreas que van más allá de la literatura y la interpretación. En el teatro nos cuentan historias, que a pesar de ser ficticias pueden tomar  sus historias de la realidad misma: problemáticas sociales, familiares, íntimas que se transmiten a través del trabajo de los dramaturgos y que el espectador puede percibir a través del trabajo de los actores. En el teatro podemos visualizar otras inquietudes a las que somos ajenos. También podemos sentirnos identificados con situaciones que nos ocurren en el momento mismo del disfrute de la obra.
Recuerdo que hace unos años, pude ser partícipe de la puesta en escena “Noches de parque”, obra cuyo título original es “Historia de un parque” del dramaturgo madrileño Manuel Néstro Ortega Yañez nos presenta a tres chicos que representan algunos estereotipos de la comunidad gay, los cuales acuden a un parque con la intención de buscar un poco de placer en medio de la mirada de la noche. Cada uno explora desde su mucha o nula experiencia el mundo del deseo y exploración de la sexualidad.
Tenemos desde el homosexual “comprometido” que busca cualquier pretexto para sentir un poco de calor en compañía de otros hombres, hasta el chico de pueblo que busca el amor de un hombre; sin olvidar al personaje que resulta fácil de reconocer por la pluma que lleva -la típica jota- que con sus ocurrencias nos da la impresión de un personaje frívolo y materialista, pero que en el fondo esconde sus verdaderos sentimientos.
Cada personaje va contando su propia experiencia y nos muestra cierta transformación, que más que evolución cae en un círculo que disfraza los sentimientos para mostrar la cara amable de la moneda. Cada personaje demuestra esa necesidad de ser amado, sin importar nuestro origen, gustos, apariencias. Todo confluye en un mar de enredos que muestran un lado estable, pero que en realidad esconde la verdadera vulnerabilidad de la humanidad. Siempre susceptibles a caer, pero procurando evitar todo aquello mediante la búsqueda incesante del placer, la negación de uno mismo y la aversión al compromiso.
Una obra que conmueve e invita a pensar en la complejidad de la mente humana. Una historia que se aplica a la humanidad sin importar su orientación sexual, condición social o educativa. Un vistazo al interior del alma humana, en sus necesidades y deseos más profundos. Un grito ansioso de ser escuchado y amado.

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Yucatán en sus letras de Gerardo Iván Zetina Sosa


Escuchen este primer episodio de 

Yucatán en sus letras 

de Gerardo Iván Zetina Sosa en entrevista con el poeta 

Manuel Iris



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